28 mayo 2024
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EE.UU. establecen que el plástico PET es peligroso para la salud
En un cambio político sin precedentes que reverbera en industrias y comunidades, el gobierno estadounidense ha declarado recientemente que la producción de plástico de tereftalato de polietileno (PET) supone un “riesgo irrazonable” para el bienestar de los trabajadores de las fábricas y de los residentes cercanos. Esta declaración ha desestabilizado el negocio estadounidense del poliéster, poniendo de relieve los peligros del 1,4‑dioxano, una sustancia química nociva liberada durante la producción de PET.(Fuente: Apparel Insider)
Antes de que se secara la tinta de los alarmantes titulares del mes pasado sobre “sustancias químicas para siempre” que contaminan el agua potable de hasta 26 millones de estadounidenses, la Agencia de Protección del Medio Ambiente (EPA) publicó una feroz evaluación de riesgos sobre el 1,4‑dioxano. Declarado un peligro para el medio ambiente y la salud humana, este subproducto tóxico del PET procede principalmente de una docena de instalaciones de producción de las regiones del Sureste y la Costa del Golfo.
A medida que un grupo científico independiente inicia su revisión de las conclusiones de la EPA, la agencia federal se acerca rápidamente a una encrucijada crucial. En virtud de la Ley de Control de Sustancias Tóxicas de 2016, la EPA dispone de un plazo limitado de dos años para promulgar normas que podrían limitar o incluso suprimir la exposición a esta sustancia química peligrosa.
Según Defend Our Health, una organización estadounidense sin ánimo de lucro comprometida con la justicia medioambiental, Estados Unidos produce un asombroso 16,9% del plástico mundial. De esta cantidad, la asombrosa cifra de 4,1 millones de toneladas métricas corresponde a PET. Valorado en 48.430 millones de dólares en 2023, el mercado mundial del tereftalato de polietileno (PET) va camino de aumentar asombrosamente hasta los 91.370 millones de dólares en 2030. La nueva sentencia puede frenar considerablemente la carrera de la industria hacia la cima. (Fuente: Fortune Business Insights)
Sorprendentemente, dos tercios de la producción mundial de PET se destinan a la fabricación de poliéster, un textil omnipresente en la moda y los bienes de consumo que representa más de la mitad de la ropa de todo el mundo.
"Las fibras sintéticas, como el poliéster y el nailon, constituyen aproximadamente el 60% de la ropa y el 70% de los textiles domésticos". Fuente: European Environment Agency
Chris Chavis, Vicepresidente de Programas y Política de Defendamos Nuestra Salud, elogió la decisión de la EPA, afirmando: “La ciencia sin barnices demuestra que la producción de plásticos petroquímicos es intrínsecamente peligrosa. Ni la preferencia de la industria de las bebidas por las botellas desechables ni la inclinación del sector de la moda por el poliéster pueden justificar este nivel de riesgo para la salud pública.” (Fuente: Apparel Insider)
Mientras tanto, la investigación “ Synthetics Anonymous 2.0” de la Changing Markets Foundation ha puesto de manifiesto la continua dependencia de las marcas de moda de las fibras sintéticas, revelando una discordancia entre sus declaraciones de sostenibilidad y sus prácticas reales. Sólo una marca ‑Reformation- obtuvo un puesto en la loable categoría de “pioneros” por su compromiso de eliminar progresivamente los sintéticos vírgenes para 2030. En marcado contraste, 22 empresas permanecen en la problemática “Zona Roja”, principalmente por su falta de transparencia y su incapacidad para adoptar prácticas más ecológicas.
Marcas como Boohoo, Nike e Inditex muestran un uso alarmantemente elevado de materiales sintéticos, incluido el poliéster. Con el telón de fondo de la escalada de emergencias climáticas, la reticencia de la industria de la moda a alejarse de las fibras sintéticas parece trágicamente incongruente.
El aumento de la producción textil mundial en las dos últimas décadas ha ido acompañado de un incremento de la moda rápida, un aumento de las tasas de consumo y un descenso de la vida útil de las prendas. La producción textil, sobre todo de poliéster, ha causado estragos en los ecosistemas, contribuyendo a 92 millones de toneladas de residuos, 1.700 millones de toneladas de emisiones de CO2 y 79.000 millones de metros cúbicos de consumo de agua al año. (Fuente: “Analysis of the polyester clothing value chain to identify key intervention points for sustainability”)
Los productos químicos tóxicos utilizados en la fabricación textil suponen un riesgo monumental para los trabajadores y las comunidades vecinas. La dependencia de la fase de producción de los combustibles fósiles y los procesos de teñido, que contribuyen al 20% de la contaminación mundial del agua, comprometen aún más el medio ambiente, creando un apocalipsis acuático literal.
Niki de Schryver comenta: “La industria de la moda rápida, incluidas H&M y C&A, entre otras marcas, intentó inicialmente hacer creer a los profesionales del sector que el poliéster era una opción sostenible, respaldando financieramente a la SAC para crear la base de datos del Índice Higg. Sin embargo, los datos de las fibras sólo se rastreaban y estaban disponibles para los hilos sin teñir”. ¿Coincidencia o lavado verde calculado?
Además, dado que la producción de PET requiere enormes cantidades de agua durante su procesamiento, el aumento de la escasez y la inseguridad del agua en el mundo nos llevará más pronto que tarde a una encrucijada en la que habrá que establecer prioridades.
Se espera que el reciente pronunciamiento de la EPA sobre la producción de PET tenga implicaciones de gran alcance para los sectores del poliéster y la moda. Aunque esto podría señalar el principio del fin de la industria estadounidense del poliéster, sin duda marca una llamada urgente a una reforma radical. Subraya la extrema necesidad de un cambio colectivo de la industria hacia alternativas sostenibles antes de que el tejido de nuestra sociedad y el planeta se deshagan por las costuras. Como resumió en 2019 la activista indígena canadiense por el agua Autumn Peltier: “Lo he dicho una vez y lo volveré a decir: no podemos comer dinero ni beber petróleo”.
Mientras el mundo de la moda lidia con su adicción a los sintéticos, la industria textil en general se enfrenta a un momento de la verdad. Ahora, más que nunca, es el momento de una desintoxicación de toda la industria. Si una intervención pretende ayudar a quienes sufren adicción y dependencia, ¿qué tipo de intervención necesitará la industria para liberarse de su adicción al plástico?
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