11 abril 2024
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Cómo tomar decisiones conscientes en la Era de las Tendencias Virales
Hola comunidad COSH, vamos a ver cómo funciona el comportamiento del consumidor en las redes sociales y a profundizar en el frenesí viral de la Copa Stanley presenciado en TikTok. Se trata de un ejemplo perfecto de una tormenta digital que transforma los vehículos de compra en escenarios de maremoto. Las redes sociales han revolucionado el panorama de las relaciones entre marcas y consumidores, ofreciendo un foro de participación disponible 24 horas al día, 7 días a la semana. Estos escaparates digitales permiten que los clientes y los productos se comuniquen de forma personal, dinámica y accesible. Esta evolución ha creado una relación directa sin precedentes entre las marcas y su público, convirtiéndolas en una parte importante del mercado moderno. Sin embargo, la velocidad vertiginosa de las tendencias virales casi ha hollado el consumo consciente bajo una estampida de gasto emocional, FOMO y sobrecarga de dopamina.
En todo el mundo, las copas Stanley inundaron los feeds de TikTok mientras multitudes inundaban las tiendas Target para hacerse con uno de los vasos de edición limitada, que se agotaron en cuestión de minutos. Los espectadores vieron el vídeo de compradores frenéticos más de 20 millones de veces, y el hashtag #StanleyTumbler ha acumulado más de mil millones de visitas. Esto ha dejado a los que estaban al otro lado de la pantalla anhelando desesperadamente su propio vaso.
Ese es el poder de las redes sociales: convertir a los espectadores en compradores a la velocidad del rayo. Según GlobalWebIndex, el 54% de los usuarios de las redes sociales las utilizan para buscar productos, y es más probable que el 71% compre productos y servicios por recomendación de las redes sociales. La esencia subyacente es la búsqueda de conexión y pertenencia, incluso si eso significa unirse a una locura global por un simple envase de bebida. Las compras esenciales se convierten en una cuestión de interpretación.
La efímera existencia del contenido de las redes sociales y el hambre de novedades significa que el hashtag #watertok ya está alimentando la próxima sensación de las botellas de agua, lo cual es una paradoja. Adoptar una botella de agua de acero inoxidable para reducir el consumo de plástico se ha convertido en otra tendencia pasajera, anulando la motivación inicial del consumo sostenible de agua.
Las tendencias virales suelen crear un efecto dominó. Ver a otros derrochar nos hace querer unirnos a la fiesta. Según Forbes, el 80% de los consumidores toman decisiones de compra basándose en la publicación de un amigo en las redes sociales. Sin embargo, antes de sacar la tarjeta de crédito, hagamos una pausa y controlemos ese FOMO: ¿necesitamos realmente ese nuevo par de zapatillas, o podríamos darles un poco de cariño a las que nos han llevado en nuestros mejores y peores días?
Nuestro comportamiento en las redes sociales no pasa desapercibido. Nuestras visualizaciones y clics son rastreados por algoritmos, que optimizan y adaptan nuestros feeds, creando un lienzo de marketing sutil pero ingenioso, adaptado a nuestros intereses y deseos, a la vez que se alimentan de comportamientos minúsculos como las pausas. Esos 5 segundos que te entretuviste en una publicación se transforman en tu próxima lista de deseos. “Cuanto más muestras lo que te gusta, mejor se vuelve el algoritmo (y) más probable es que compres algo por impulso”. (USA Today)
TikTok e Instagram combinan de forma experta el entretenimiento y el comercio, una afirmación que TikTok publica con orgullo en su sitio web. TikTok describe su camino hacia el comercio minorista como un bucle infinito, guiado por el usuario, que mezcla emociones y deseo, dando lugar a compras continuas y a un mayor gasto. Lo que se lee como una guía del éxito en el comercio minorista también se lee como un bucle infinito de compras sin sentido, impulsadas por el instinto, que muy probablemente son tan innecesarias como insostenibles.
Mientras TikTok afirma “elevar a los usuarios mediante el poder de los sentimientos positivos, que tienen un impacto innegable en sus compras y también en sus relaciones con las marcas”, Instagram habla de “convertir comunidades en clientes”. La era de las redes sociales hace tiempo que se ha transformado en la era del consumo digital. Aunque los medios sociales siguen siendo una poderosa herramienta que promueve la accesibilidad a información valiosa y a una interacción significativa, han abierto paralelamente las compuertas al consumo sin sentido impulsado por los presupuestos publicitarios y el secuestro emocional.
Nuestros deseos están a un clic de distancia; esta quimera ha desilusionado a una generación. El Journal of Social and Clinical Psychology publicó un estudio pionero en 2018 titulado “No More FOMO: Limiting Social Media Decreases Loneliness and Depression” (“No más FOMO: limitar las redes sociales reduce la soledad y la depresión”). El estudio reveló que la disminución del uso de las redes sociales se correlaciona con niveles más bajos de depresión y soledad.
En el vertiginoso mundo digital de hoy en día, la facilidad de las compras en línea ha transformado nuestra forma de tomar decisiones de compra. La tan familiar función “deslizar para comprar” ha hecho que comprar sea tan fácil como mover un dedo, pero es hora de pararse a pensar en el precio que estamos pagando por esta comodidad.
Adoptar un enfoque consciente a la hora de comprar es como elegir un estilo atemporal en lugar de tendencias de moda pasajeras. Se trata de hacer elecciones que realmente se alineen con el bienestar planetario y social, y no sólo de reducir gastos innecesarios. Cultivar una conciencia más profunda de nuestros hábitos de consumo y su impacto en nuestra vida personal y en el medio ambiente es primordial. Elige compras que prometan permanecer más tiempo que tu próxima publicación en las redes sociales.
Establece límites, no sólo en tu consumo de datos, sino también en tus gastos. TikTok, Instagram, Twitter, Facebook y YouTube han hecho que gastar en minutos sea pan comido.
“Los consumidores pueden comprar en todo el mundo desde la comodidad de su casa, con acceso ilimitado las veinticuatro horas del día”. El procedimiento de compra es tan sencillo como distante. Tras facilitar la información de la tarjeta de crédito (normalmente con la opción de almacenarla para futuras transacciones), todo lo que se necesita es un simple “clic” de un “botón”.
El materialismo acapara la atención en imágenes y vídeos cuidadosamente escenificados, preparando el escenario para un potente cóctel de emociones tóxicas, como la envidia, la soledad, la depresión y el deseo. Un estudio publicado este mismo mes ha descubierto que “ ‘el materialismo’ es una de las razones cruciales del comportamiento compulsivo de intención de compra”. Reforzada por la multitud de canales existentes en las redes sociales y las reseñas creíbles de productos dadas por “personas reales” e influyentes, aumenta la probabilidad de acumular casi instantáneamente una inmensa factura con la tarjeta de crédito. En el mismo estudio, los investigadores definieron que el uso de los medios sociales se correlaciona directamente con las compras online y la compra compulsiva.
La relación simbiótica entre los influencers y las marcas se ha convertido en una poderosa fuerza que configura el panorama del mercado. Los influencers hacen lo que su nombre indica: influyen en el comportamiento, gran parte del cual se centra en el consumo. Para las marcas, las colaboraciones con influencers son una combinación perfecta, con un historial demostrado de aumento de las ventas. El 47% de los adultos británicos y el 45% de los alemanes de entre 16 y 34 años han comprado productos promocionados por una personalidad de las redes sociales.
Los apoyos de famosos pueden promover irreflexivamente el lavado verde y el consumo compulsivo, como en la muy criticada colaboración de Kourtney Kardashian con el gigante de la moda rápida Boohoo, u ofrecer un enfoque matizado del consumismo y la elección de productos. Tienen un inmenso poder para impulsar el comportamiento de los consumidores y definir tendencias. El llamamiento es a una influencia reflexiva y consciente, en la que los apoyos vayan más allá de la mera promoción y contribuyan a una nueva narrativa de elecciones de consumo responsables.
El atractivo de la comodidad, la conexión social y las tendencias de las redes sociales nos atrae con una poderosa llamada. A medida que los espectadores se transforman a la perfección en consumidores, la influencia y el poder de estas plataformas son innegables, y un gran poder conlleva una gran responsabilidad. La realidad de los hashtags fugaces que generan nuevas sensaciones y deseos, sobre todo en el extraño caso de las Copas Stanley, plantea nuevos retos al consumo consciente.
Es un recordatorio de que, más allá de la gratificación instantánea, el verdadero impacto de nuestras elecciones se extiende mucho más allá del ámbito virtual. Este concepto se hace cada vez más difícil de comprender en una era en la que los mundos ya no colisionan, sino que las fronteras entre lo tangible y lo digital se difuminan.