30 septiembre 2024
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Más allá de las gangas: Los impactos ocultos del Viernes Negro
Antes de que los compradores maníacos y los descuentos mínimos se convirtieran en sinónimos del Viernes Negro, el término tenía una asociación mucho más sombría. Remontémonos al 24 de septiembre de 1869, cuando dos magnates de Wall Street, Jay Gould y Jim Fisk, intentaron acaparar el mercado del oro e inflar su precio para beneficiarse de sus planes de venta de acciones. En consecuencia, aquel viernes sacaron a la luz su plan, provocando el desplome del mercado de valores y la bancarrota de barones y granjeros por igual.
El recuerdo del desplome del mercado de valores se ha desvanecido, pero el Viernes Negro de hoy viene con sus propias y costosas repercusiones. Cada año, cuando el calendario cambia a finales de noviembre, hay un cambio palpable en el aire. Aumenta la expectación, empieza la cuenta atrás y las tarjetas de crédito se preparan para lo inevitable. El Viernes Negro se ha convertido en sinónimo de descuentos asombrosos, prisas caóticas en las tiendas y compradores ansiosos atraídos por un mundo de sueños materiales. Sin embargo, bajo los brillantes anuncios y la emoción de la búsqueda de gangas se esconde una historia más oscura: las repercusiones medioambientales y psicológicas de este fenómeno mundial de las compras.
Los minoristas, ansiosos por captar el enorme potencial de gasto de los compradores del Viernes Negro, suelen incurrir en sobreproducción y exceso de existencias. La intención de no quedarse nunca sin productos que vender impulsa a las empresas a fabricar más de lo que pueden vender. A pesar de sus mejores intenciones, muchos de estos productos no encuentran compradores.
Con sus tendencias siempre cambiantes y su naturaleza cíclica, la moda cobra protagonismo durante el Black Friday. Muchos artículos producidos en previsión de las ventas del Viernes Negro no se venden. Debido a la naturaleza de la industria, en la que las tendencias cambian rápidamente, estas prendas no vendidas a menudo se quedan obsoletas en una temporada. Con prendas diseñadas para ser temporales y desechables, es menos probable que los compradores las conserven durante mucho tiempo, lo que conduce a tasas de descarte aceleradas.
En 2019, el profesor Phil Purnell, de la Escuela de Ingeniería Civil de la Universidad de Leeds, realizó un estudio relacionado con el Black Friday. (Fuente: Deutsche Welle) Purnell, codirectora del Centro de Circularidad Textil del Reino Unido, que aboga por una economía textil circular, descubrió que hasta el 80% de los plásticos y textiles domésticos acaban en el vertedero o incinerados. (Fuente: Deutsche Welle)
Además, estos textiles desechados se envían con frecuencia al Sur Global, lo que intensifica el creciente dilema de los residuos. Esto no sólo despilfarra recursos valiosos, sino que también aumenta drásticamente las emisiones de gases de efecto invernadero. Además, estos montones textiles mal gestionados pueden convertirse en bombas de relojería, con acumulaciones de metano que desencadenan graves incendios y explosiones. La Fundación Ellen McArthur informa de que cada segundo se desperdician textiles equivalentes al contenido de un camión de basura.
Desde que se plantan las semillas hasta que una prenda adorna el escaparate de una tienda, el viaje se asemeja a una saga en expansión, muy distinta de un cuento de hadas. Abarcando continentes y atravesando océanos, la mayoría de las prendas cuentan una historia de intrincados procesos, extensas cadenas de suministro y su innegable impacto en nuestro medio ambiente.
Consideremos la fase de cultivo. Cultivos como el algodón requieren cantidades significativas de agua y, además, la agricultura convencional depende en gran medida de maquinaria que funciona con combustibles fósiles para su crecimiento y recolección.
Por otra parte, la creación de tejidos, especialmente los sintéticos como el poliéster, se convierte en un proceso energéticamente extravagante. Arraigada en el petróleo, la producción de fibras artificiales consume mucha energía y se apoya en gran medida en la muleta de los combustibles fósiles no renovables, causando estragos en nuestro medio ambiente.
Además, los procesos de teñido y curtido añaden otra capa de complejidad a la mezcla. Aunque son esenciales para dar a los tejidos sus tonos vibrantes y a las pieles sus acabados refinados, los métodos convencionales tienen un precio. Se utiliza una enorme cantidad de agua, acompañada de una mezcla de productos químicos, muchos de los cuales contaminan nuestros ríos, arroyos y océanos. Esta contaminación devasta la salud medioambiental y plantea importantes retos a las comunidades que dependen de estas aguas para su sustento.
En el trasfondo de acontecimientos como el Black Friday, donde la prisa por reponer existencias y la entrega instantánea de pedidos se hace imprescindible, la logística pasa a modo supersónico. Desde los envíos a gran escala de productos de ultramar hasta las furgonetas de reparto local que llevan las compras a las puertas de las casas, esta flota de vehículos, que funciona las 24 horas del día para satisfacer las demandas de entrega, arroja una cantidad considerable de gases de efecto invernadero. Según el Informe Dirty Delivery, el coste en carbono de las ventas del Viernes Negro en el Reino Unido en 2020 ascendió a la asombrosa cifra de 429.000 toneladas de carbono liberadas. Esta cifra equivale a 435 vuelos de ida y vuelta de Londres a Nueva York, o al mismo peso que 61.308 elefantes.
El Viernes Negro es un brillante testimonio de la poderosa influencia y atractivo del consumismo. Sus deslumbrantes ofertas y promociones insinúan que la felicidad está a sólo una compra de distancia. En este gran espectáculo, las vallas publicitarias y las pantallas susurran falsas promesas: cuanto más poseas, más feliz serás.
Al insinuar que nuestro valor está ligado a nuestras posesiones, este materialismo desenfrenado desvía nuestra atención de lo que realmente enriquece nuestras vidas: las experiencias, las conexiones y el crecimiento personal. Anhelamos significado, vínculos y conexión. Con su vórtice consumista, el Viernes Negro puede eclipsar a menudo estos deseos humanos fundamentales. Y entre los llamativos carteles de “compra ahora”, existe el riesgo de que persigamos una ilusión de felicidad que permanece perpetuamente fuera de nuestro alcance.
Cuentas atrás que urgen a compras inmediatas, anuncios de existencias menguantes y ofertas lucrativas puntuales: Este entorno frenético, diseñado para encender la urgencia, suele encender la antorcha de las decisiones de compra espontáneas y descerebradas.
Sin embargo, la realidad más aleccionadora se impone rápidamente. Muchos compradores, al reflexionar, se encuentran aferrados a artículos que no deseaban realmente, sino que se vieron atraídos por el puro impulso del momento. Tras el arrepentimiento y la culpa, la ilusión de felicidad se desmorona rápidamente.
Pero las implicaciones van más allá del mero remordimiento del comprador.Estas adquisiciones apresuradas a menudo se convierten en desorden, ocupando silenciosamente nuestros espacios y, como sugieren las investigaciones, nuestras mentes, lo que provoca un aumento del estrés, la ansiedad e incluso los inicios de la depresión.
Además, aunque el atractivo de un descuento pueda parecer una ganancia económica instantánea, el panorama a largo plazo puede revelar una historia diferente. Las compras improvisadas a menudo mutan en presiones financieras y deuda potencial.
En medio de una juerga de compras del Viernes Negro, es crucial hacer una pausa, reflexionar y comprar conscientemente, si es necesario.
A menudo imaginado como un paraíso de las compras, el Viernes Negro conlleva un peaje imprevisto, convirtiendo el acontecimiento en un complejo tapiz de euforia y tensión. No es sólo un día de ofertas: es una montaña rusa de emociones repleta de expectación, estrés y muerte.
Desde 2006, 17 muertes y 125 heridos han empañado el evento en Estados Unidos, revelando un lado inquietante de la naturaleza humana sometida a una intensa presión comercial. Escenas sacadas directamente de películas de terror se desarrollan en la realidad, con informes policiales que pintan cuadros de “caos absoluto”. Detalles de puertas de cristal que se derrumban bajo el peso de compradores desesperados y multitudes que se descontrolan en su búsqueda de descuentos.
Sobre el terreno, es un campo de batalla existencial. Los compradores se preparan contra la marea de cuerpos, se enfrentan a colas maratonianas y a enfrentamientos con quienes están igualmente decididos a conseguir una ganga. El desgaste físico es innegable, y las historias de agotamiento y colapsos físicos y mentales en Estados Unidos son familiares.
Según un informe publicado a principios de este mes por “idealo”, una de las principales plataformas europeas de comparación de precios, la gran mayoría del 62% de los encuestados de Alemania afirma que se dispone a buscar ofertas para el Black Friday, frente a un escaso 52% el año pasado. Y parece que esta vez sus bolsillos son más profundos. Mientras que en 2022 el presupuesto medio fue de 280 euros, los participantes de este año parecen más extravagantes, estimando un gasto medio de 319 euros, ¡lo que supone un notable aumento del 14%! Las compras electrónicas encabezan la lista, con la ropa y los accesorios en segundo lugar.
Sin embargo, el ámbito online está igualmente plagado de explosivos. La era de las compras digitales conlleva sus propias tribulaciones: sitios web que se bloquean, carritos que se vacían espontáneamente y la desgarradora ansiedad de que una oferta muy codiciada se esfume por un contratiempo tecnológico.
Curiosamente, la mayoría de los compradores online alemanes están bien preparados para el Viernes Negro, y la encuesta de Idealo revela que muchos ya saben exactamente qué productos quieren comprar antes del evento y tienen un precio fijo en mente.
Sin embargo, quizá el desencadenante emocional más potente sea el omnipresente miedo a perderse algo. Con cada anuncio, cada vecino y amigo que alardea de una compra, y cada palabra de expectación en torno al día, el FOMO se intensifica. Irónicamente, el encanto se transforma en el temor a quedarse fuera, a no aprovechar la inimitable oportunidad de “una vez al año”.
El activismo sobre el Viernes Negro no consiste en condenar las elecciones, sino en crear conciencia y abogar por una transformación del gasto sin sentido a la inversión consciente. Como comenta Niki de Schryver: “Son tiempos difíciles para los empresarios sostenibles, así que elijamos alternativas como el Viernes Verde o el Lunes Circular y demos la espalda al consumo excesivo del Viernes Negro”.
Los consumidores pueden aprovechar su poder colectivo para redefinir el Black Friday tomando decisiones informadas y conscientes, defendiendo la sostenibilidad, las experiencias y la comunidad por encima de la mera adquisición.
Si ir de compras está en tu agenda, elige marcas que prioricen las prácticas ecológicas y la producción ética. ¿Deseas una experiencia de compra sin el ajetreo de las tiendas abarrotadas ni las frustraciones de un portátil que se queda atrás? Sumérgete en las joyas de tu barrio con COSH!, seleccionadas especialmente para adaptarse a tu estilo y presupuesto. Eleva tu viaje de compras; ¡deja que tu cartera haga una declaración!
En lugar de bienes tangibles, invierte en experiencias. La investigación ha demostrado sistemáticamente que las experiencias aportan una felicidad más duradera que las posesiones materiales.
Aprovecha la temporada del Viernes Negro para desordenar y donar artículos poco usados. Esto no sólo reduce los residuos, sino que también puede beneficiar a los necesitados. Ponte en contacto con tu biblioteca de ropa o tienda benéfica local para apoyar la economía circular de tu región.
Es hora de que veamos el Viernes Negro a través de un nuevo prisma que denuncie sus ramificaciones medioambientales y psicológicas y, en su lugar, celebremos las prácticas de compra consciente, apoyando a los pequeños empresarios y artesanos. Como consumidores, nuestras elecciones tienen un poder inmenso. Aprovechémoslo y hagamos elecciones conscientes. ¡Descubre a tus héroes locales, espectáculos individuales y artesanos en COSH!
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