Su algodón orgánico cuenta con la certificación GOTS, lo que significa que los algodoneros trabajan en buenas condiciones y ganan un salario justo. La marca también cuenta con la certificación Fairtrade y, según su propia información, al menos cinco fábricas asociadas también llevan la etiqueta GOTS. En su actual colaboración en materia de algodón de comercio justo con la Coalición Chetna de la India, SKFK se compromete a comprar algodón orgánico, con un año de antelación, a una cooperativa de pequeños agricultores. La marca ha creado su propio código de conducta que todas las fábricas asociadas deben firmar y cumplir.
SKFK trabaja principalmente con algodón certificado GOTS y reciclado, y ha eliminado casi por completo el uso de algodón convencional. Además, la marca utiliza tejidos ecológicos como Lyocell Tencel Lenzing, lino orgánico y cáñamo orgánico.
En cuanto al transporte y el embalaje, SKFK ha conseguido que sus tiendas y oficinas funcionen con energía totalmente renovable. La marca evita el transporte aéreo y transporta sus productos desde los centros de producción por mar. Para sus envases, han adoptado el sistema RePack de envases reutilizables. Sus bolsas de polietileno son 100% biodegradables y las etiquetas son de papel de algodón. En 2019, la marca puso en marcha su propia Fundación Berrizan para preservar y replantar los bosques autóctonos locales.
SKFK también está muy comprometida con la incorporación de residuos textiles. Todos sus productos de piel están fabricados con piel reciclada, y las redes de pesca desechadas se convierten en bolsos y accesorios. La marca ha puesto en marcha un sistema de recogida de prendas en las tiendas en colaboración con la cooperativa vasca Koopera para lograr su estrategia de cero residuos. Además, dos colaboraciones de upcycling garantizan una nueva vida a los tejidos agotados y a los retales de tela.
La marca ofrece un sistema de alquiler de sus coloridas prendas a partir de 39 euros al mes. Esto reduce el consumo innecesario entre los consumidores y evita que se acumulen residuos textiles. Un aspecto negativo es el transporte. COSH! considera que el trayecto que debe recorrer una prenda desde la tintorería SKFK de Roubaix hasta el cliente sigue siendo demasiado largo.
Las fábricas asociadas están repartidas por todo el mundo, de China a la India, pasando por Portugal y España, lo que significa que los tejidos viajan mucho antes de que las piezas acabadas se vendan en las numerosas tiendas de la marca. Lo positivo es que se evitan totalmente los viajes en avión y se combinan los volúmenes de envío.
La marca no utiliza materiales vírgenes de origen animal y se centra por completo en el cuero y la lana reciclados.
La alta calidad de las materias primas y la cuidadosa construcción garantizan que los productos duren muchos años si se cuidan adecuadamente.
Aunque la marca no ha publicado los nombres y direcciones completos de los colaboradores, se citan los países de origen y los respectivos responsables de los centros de producción con una foto a juego.
Conclusión
SKFK va por buen camino, habiendo aplicado numerosas medidas conmemorativas y eficaces para convertirse en una marca circular y socialmente consciente con un impacto ecológico reducido.