Brixton

Brix­ton fue crea­da en un gara­je de Ocean­si­de, Cali­for­nia, por un gru­po de ami­gos que encon­tra­ron ins­pi­ra­ción en la diver­si­dad de cul­tu­ras que les rodea­ban. La Hoo­li­gan, una gorra news­boy de ins­pi­ra­ción vin­ta­ge, fue el pri­mer paso de su viaje.

Hoy en día, Brix­ton se dis­tri­bu­ye en más de 30 paí­ses y emplea a más de 200 per­so­nas. La unión de per­so­nas de esti­los de vida muy diver­sos es la ins­pi­ra­ción de la mar­ca para sus prendas.

Sin embar­go, Brix­ton ofre­ce poca infor­ma­ción sobre su polí­ti­ca de empre­sa en mate­ria de éti­ca y con­di­cio­nes de trabajo.

Sólo el 35% de la ropa de Brix­ton se fabri­ca con fibras sos­te­ni­bles. Sin embar­go, están tra­ba­jan­do para mejo­rar su impac­to medioambiental. 

Des­de el prin­ci­pio se han com­pro­me­ti­do a fabri­car sus pro­duc­tos de la for­ma más reno­va­ble posi­ble. Uti­li­zan lana cer­ti­fi­ca­da Cruelty Free en todas sus gorras de fiel­tro, reci­clan redes de pes­ca dese­cha­das para crear sus gorras snap­back y emplean fibras sin­té­ti­cas recicladas. 

Uno de sus socios en mate­ria­les sos­te­ni­bles es REPRE­VE®, que reci­cla plás­ti­cos de con­su­mo dese­cha­dos para crear mate­ria­les fun­cio­na­les y dura­de­ros con cua­li­da­des de absor­ción de la hume­dad y adap­ta­ción. Y son solo un ejem­plo de los con­ti­nuos pasos que están dan­do para tener un impac­to posi­ti­vo en el medio ambiente.

Aun así, su com­pro­mi­so debe con­ti­nuar, y su por­cen­ta­je de mate­ria­les debe aumen­tar para mejo­rar su impac­to medioambiental.

Brix­ton lle­va a cabo algu­nas accio­nes de cir­cu­la­ri­dad, como el uso de redes de pes­ca dese­cha­das para crear sus gorras snap­back o la incor­po­ra­ción de fibras sin­té­ti­cas reci­cla­das en algu­nas de sus pren­das. Sin embar­go, aún tie­nen muchas opor­tu­ni­da­des de seguir tra­ba­jan­do en la cir­cu­la­ri­dad de sus prendas.

No tene­mos infor­ma­ción sobre su cade­na de sumi­nis­tro, por lo que no pode­mos garan­ti­zar que ten­gan una cade­na de sumi­nis­tro corta.

Sin embar­go, sabe­mos que des­pués de fabri­car los pro­duc­tos, los envían en bol­sas bio­de­gra­da­bles y cajas 100% reci­cla­das para garan­ti­zar que cada par­te de su pro­ce­so tie­ne en cuen­ta el planeta.

Uti­li­zan lana sin cruel­dad que garan­ti­za el bien­es­tar de los ani­ma­les y una mani­pu­la­ción justa.

Ade­más, Brix­ton ha reci­bi­do el reco­no­ci­mien­to ofi­cial de la Tex­ti­le Exchan­ge for Res­pon­si­ble Wool Stan­dards, una nor­ma volun­ta­ria que garan­ti­za el tra­to éti­co de los ani­ma­les de los que pro­ce­de. La lana uti­li­za­da en todas sus gorras cum­ple esta certificación.

Con el com­pro­mi­so de crear un esti­lo per­du­ra­ble y dar prio­ri­dad a la dura­bi­li­dad, se esfuer­zan por tras­cen­der las efí­me­ras ten­den­cias de la moda, garan­ti­zan­do que sus pro­duc­tos no con­tri­bu­yan a los ver­te­de­ros y ten­gan un ciclo de vida pro­lon­ga­do. Sus crea­cio­nes están meticu­losa­men­te dise­ña­das para resis­tir el paso del tiem­po, con una lon­ge­vi­dad que dura déca­das en lugar de temporadas.

La trans­pa­ren­cia de Brix­ton con res­pec­to a la tra­za­bi­li­dad de sus pren­das y sus polí­ti­cas de sos­te­ni­bi­li­dad es actual­men­te limi­ta­da. Aun­que en su sitio web ofre­cen algu­na infor­ma­ción, no lle­ga a ofre­cer una visión com­ple­ta de sus prácticas.